Gente sencilla.
Una cosa es la vida y otra la fantasía de la vida. La vida transcurre por los carriles de la historia y, como todo lo que va encarrilado, tiene poco margen para ir uno a su aire. ¿Nos discrimina la historia? No, la historia trae acontecimientos; discriminamos los humanos. Y cuando se discrimina… Algo huele a podrido, aunque no sea en Dinamarca. Y como es el día de la mujer trabajadora… Pues resulta que la mí Vicenta, no ha parado en su vida… Pero no está catalogada como trabajadora, luego hoy está discriminada. Malo, y peor si ésto se hace con el auspicio de los gobiernos. Ambos nacimos a mediados de los 40. Un día nos cogimos las manos y sellamos un pacto de futuro «para toda la vida», si Dios quiere… Como ambos tenemos solo los estudios primarios, nos íbamos buscando la vida para crecer en cultura según Dios nos dio a entender. Fuimos actores de la historia que empezaba a permitir que los novios se cogieran de la mano en público y a tomar el aperitivo los domingos después de misa. Las incompatibilidades humanas no fueron suficientes para romper el noviazgo. Y por fin… El matrimonio y el primer compromiso con la sociedad, tener hijos, para lo cual tuvimos que reinventar nuestra sexualidad, que al ser «nuestra» nos permitía saborearla sin ser gravosos el uno al otro. Al igual que los bienes gananciales son propiedad indiscriminada de ambos, así era tambien el trabajo, una en los del hogar y el otro en la oficina. Compartíamos pues los gozos y sufrimientos de esos trabajos y no había discriminación. Cincuenta años avalan lo que digo. Hoy es el día de la mi Vicenta y yastá.
Chuchi.